Nicolás Xamardo, un profesor comprometido
“La sanción más gorda que ha habido en esta universidad me la
pusieron a mí”
La puerta de su despacho, repleta de noticias, es toda una
declaración de intenciones. Dentro, rodeado de libros, Nicolás Xamardo nos
recibe con una tranquilidad que a lo largo de la conversación desaparece para dejar
paso a su carácter apasionado.
Estudió Filología en Santiago de Compostela. Influenciado por
Mayo del 68, decidió irse a vivir a París en 1972, donde se empapó del
pensamiento estructuralista. Dos años después entró como ayudante de
lingüística literaria en el Colegio Universitario de Vitoria y cuando éste se
convirtió en facultad se le impidió pasar por su ideología. Aunque consiguió
alargar su beca un año, decidió dejarlo tras lograr una plaza en la Facultad de
Periodismo de Vizcaya.
- ¿Qué papel
debe tener la universidad en estos tiempos de crisis?
Debería ser mucho más
crítica, pero no lo será. Las desigualdades cada vez se incrementan más, así
que o se corrige el sistema, que yo no creo, o habrá protestas. Eso es bueno,
que la gente le diga a todos esos ladrones y toda esa gentuza que hasta ahora
eran los biempensantes “esa política
no nos interesa”. Lo digo con cariño, pero la mitad de nuestros compañeros no
se han enterado nunca de la fiesta, son unos obedientes. Entran en la
universidad y claro, es un trabajo cómodo, no pintas nada pero tienes un cierto
prestigio y vendes el alma al diablo, joder.
No se puede esperar
nada de la institución, tiene que venir de fuera. No se puede esperar que el PP
se regenere desde dentro, hay que echarlos de ahí y a nosotros igual. Algún día
vendrán los estudiantes y nos pondrán contra la picota. Yo seguramente no
estaré aquí, pero será así.
Al preguntarle si un
profesor debe mostrarse comprometido socialmente ante sus alumnos Nicolás
asegura que no puede ser de otra manera. “Es ver una injusticia y no puedo”,
añade. Tal y como él explica ahora ha vuelto a meterse en otro fregao porque “el decano dice que no
pueden estudiar presos en esta facultad”.
-No es la primera vez que te trae problemas el tema de los
presos.
Los señores del ABC… En
aquel momento Aznar decidió que los presos no podían estudiar. Las razones eran
políticas, no académicas. Fuimos a hablar con el juez que se encargaba de los
presos políticos y él nos concedió el permiso y nosotros, como otra gente de
otras facultades, comenzamos a visitarles.
Lógicamente comisionados por la universidad. Nos desplazábamos en coche y
cuando llegabas había unas facturas del viaje, justificado todo. Si hubieran
podido me hubieran emplumado.
- Parece que no es fácil estar comprometido y mantener el
puesto
Te la juegas. La
sanción más gorda como funcionario que ha habido en esta universidad me la
pusieron a mí por ser solidario con los compañeros. La ley no permitía el
contrato laboral y si fuera los hay, ¿por qué aquí no? Pues me expulsaron
siendo decanos estos personajes progresistas de la facultad. Estaba expulsado
cuando solucionamos el tema con el rectorado pero habían anulado mi plaza y
cuando quieres volver ¿adónde vas? Esto te lleva a comprometerte.
Con la misma calma con
la que nos recibió, Nicolás se levanta para despedirnos y añade sonriendo
“Decían que nunca iba a ser profesor de
esta universidad. Pues ya ves lo que valen las leyes; si estás convencido,
poco, si tienes miedo, mucho”.